LA DERECHA INTENTA RECONSTRUIR EN VENEZUELA UN FASCISMO SIMILAR AL QUE AZOTÓ A CHILE
19
DE MAYO 2013
Los
medios y el empresariado apoyan este tipo de regímenes, confirmaron
sobrevivientes del pinochetismo. El sociólogo Miguel Contreras
asegura que se magnifica un problema real, como la inseguridad o la
falta de algunos rubros alimenticios
Ante
los 11 crímenes y las múltiples agresiones perpetradas por la
derecha luego de que Nicolás Maduro fuese electo para la Primera
Magistratura, la hipótesis del fascismo opositor cobra cada vez más
vigencia en Venezuela.
La
denuncia inicial fue planteada por el comandante Hugo Chávez, quien
tomando como referente el caso chileno y basado en las luchas que le
tocó enfrentar como líder del proceso revolucionario, advirtió que
un sector de la oposición no cesaba en la búsqueda de un escenario
de caos político para derrocarlo, e incluso para asesinarlo.
Un
inesperado cáncer terminó en apenas dos años con la vida de
Chávez, hecho que para algunos resulta sospechoso. Ahora Maduro, su
sucesor, enciende nuevamente las alarmas, pues en su opinión, la
derecha intenta establecer en Venezuela un régimen fascista similar
al aplicado en Chile para neutralizar a Salvador Allende, con el
firme propósito de frenar la continuidad de la Revolución
Bolivariana.
Para
conocer a profundidad la experiencia chilena, el Correo del Orinoco
contactó en la ciudad de Santiago a dos periodistas, militantes de
izquierda, que vivieron en carne propia el proceso de descomposición
social causado por esta ideología.
La
conspiración fue apoyada por EE.UU.
Manuel
Cabieses Donoso, director de la Revista Punto Final, explicó
que la dictadura militar en Chile fue la culminación de un largo
proceso que se inició con la misma elección de Allende en 1970.
Reveló
que el gobierno estadounidense, a petición de Agustín Edwards,
dueño del periódico más importante de Chile y de otros negocios,
dio vía libre a la CIA y otras agencias para impedir que la victoria
de Allende fuese ratificada por el Congreso Pleno o que asumiera el
gobierno.
El
apoyo financiero de Estados Unidos al golpismo en Chile, que alcanzó
a partidos, medios de comunicación y sectores militares, entre otros
grupos, está consignado en documentos oficiales como el Informe
Church del Senado norteamericano, detalló.
Según
el testigo, “la labor de la CIA se apoyaba en sectores militares,
civiles y religiosos chilenos, y principalmente en los medios de
comunicación. Fracasadas las maniobras para impedir que Allende
fuese ratificado por el Congreso, se inició la conspiración para
derrocarlo”.
Dijo
que en la conspiración y campaña de desestabilización participaron
todos los sectores opositores al proyecto socialista del presidente
Allende. Sin embargo, más adelante hubo sectores que se
arrepintieron de haber conspirado y facilitado la entronización de
una dictadura sumamente cruel.
“Tal
es el caso de la democracia cristiana, que jugó un rol muy
importante en la conspiración y en la primera fase de la dictadura,
a la cual apoyó abiertamente”, apuntó.
Transformación
a sangre y fuego
Cabieses,
quien permaneció en varios campos de prisioneros y posteriormente
fue expulsado del país por sus ideas progresistas, sostuvo que “la
dictadura militar-empresarial transformó el país a sangre y fuego”.
Por esa razón se vio en la obligación de huir y luego regresar a su
tierra, viviendo en clandestinidad desde 1979 hasta 1989.
Afirmó
que moldeado por el neoliberalismo, el país comenzó a poner fin a
las políticas de solidaridad social que lo habían caracterizado
durante su historia contemporánea. No obstante, asegura que pese a
haber superado la dictadura, “todavía en Chile se vive bajo ese
modelo económico, social, político y cultural, organizado en 1980
mediante una Constitución que se mantiene vigente”.
Odio
demencial
Un
país que Cabieses conoce bien, además de su Chile natal, es
Venezuela, donde vivió por varios años y además vio nacer a uno de
sus hijos, lo que lo obliga a mantenerse en contacto permanente con
su realidad político-social.
Con
pleno conocimiento de causa, el escritor compara a Chile con la
patria de Bolívar, estimando que los procesos históricos de ambas
naciones son diferentes, aunque encuentra un denominador común que
en cierta forma las vincula: “el odio demencial de los sectores que
se oponen al necesario cambio social”, el cual cree que “es capaz
de engendrar verdaderos monstruos sedientos de sangre, como lo
demuestra la experiencia chilena”.
Ascenso
popular impulsó el fascismo
La
toma de conciencia y el ascenso político organizado de la clase
obrera, así como de campesinos y estudiantes que empezaron a
aumentar sus demandas, provocando primero la inquietud y, luego el
temor de la oligarquía que vio amenazada su situación de
privilegio, impulsaron en cierta medida la instalación del régimen
fascista en Chile, expresó Manuel
Salazar
Salvo, escritor y columnista de la revista Punto Final.
Indicó
que la oligarquía organizó su resistencia a través de los gremios
profesionales, el empresariado, el comercio y el transporte. Además,
dispuso de una gran cantidad de medios de comunicación y de ingentes
recursos económicos para financiar paros y protestas.
Entre
las principales acciones desestabilizadoras, destacó que “un
pequeño grupo denominado Patria y Libertad, en connivencia con
algunos miembros de las Fuerzas Armadas, realizó pequeñas
operaciones de sabotaje para incrementar la sensación de caos y
desorden” que finalmente provocaron el derrocamiento de Allende.
Desaparición
del tejido social
A
juicio del periodista chileno, la dictadura militar y sus
colaboradores civiles de la oligarquía modificaron completamente la
estructura política e institucional del país para imponer un nuevo
modelo de desarrollo inspirado en las doctrinas neoliberales.
“Instalaron
una nueva Constitución y decretaron cientos de leyes que cambiaron
la educación, la salud, la previsión social, las leyes laborales,
los colegios profesionales, los sindicatos, los códigos de agua, de
minería y toda la estructura productiva. Privatizaron, además, la
enorme mayoría de las empresas que estaban en manos del Estado”,
describió.
Salazar
relató que los primeros años de la dictadura de Augusto Pinochet
fueron de “terror, opresión, impotencia, desconfianza, abusos y
explotación”. Más tarde provocaron la desaparición del tejido
social que había costado décadas construir.
Narró
que todos los partidos y movimientos de izquierda fueron reprimidos
violentamente. Primero los militares trataron de exterminar
físicamente a los miembros del Dispositivo de Seguridad Presidencial
(DSP), mejor conocido como GAP (Grupo de Amigos de Allende), que
estaba integrado por miembros del aparato militar del Partido
Socialista, quienes a su vez formaron parte del Ejército de
Liberación Nacional (ELN) que trató de combatir junto al Che
Guevara en Bolivia.
“Muchos
de ellos fueron detenidos, asesinados y hechos desaparecer. Luego la
represión se dirigió en contra del Movimiento de Izquierda
Revolucionario (MIR), de origen castrista. Le siguieron el Partido
Socialista, el Movimiento Reacción Popular Unitario (MAPU) y,
finalmente el Partido Comunista. Luego, entre 1973 y 1976 se
eliminaron físicamente a los mejores cuadros de la izquierda
chilena”, aseveró.
Por
si fuera poco, a ese listado también habría que añadir las
decenas, o quizás cientos de miles de personas que fueron detenidas
entre 1973 y 1990, primero en la represión directa y luego en la
represión selectiva y/o masiva para impedir la disidencia, precisó
el comunicador.
Clase
media molesta
Para
el escritor, resulta verdaderamente inquietante “el poder que
nuevamente ha acumulado la oligarquía y los grupos dominantes de la
sociedad chilena, que se niegan a todos los cambios sociales en
beneficio de las mayorías”.
Acentuó
que de los años 80 en adelante “ha habido una creciente
desigualdad, donde los ricos son cada vez más ricos y la enorme
mayoría de la población sigue viviendo como lo hacía a mediados de
1970”.
Para
que Venezuela no pase por una situación similar, Salazar sugiere al
gobierno de Maduro proteger los canales de abastecimiento de la
población, resguardar los servicios básicos, impedir a como dé
lugar el mercado negro y cuidar el transporte público y de productos
básicos.
Recordó
que como parte de la campaña fascista, en Chile la oligarquía
acaparó los alimentos, disminuyó la producción de pollo, leche,
cigarrillos, harina, aceite, bebidas e incluso productos como el
jabón, las toallas sanitarias y los dentífricos, entre otros.
“Ahí
se inició la molestia de la clase media que durante la Unidad
Popular vio crecer sus ingresos, pero que ahora no podía adquirir
los productos que demandaba. Por ahí pasa, inicialmente, el riesgo
de la estabilidad venezolana”, puntualizó.
Emocionalidad
e irracionalidad
Consultado
por el Correo del Orinoco, el sociólogo venezolano, Miguel
Ángel Contreras, explicó que el fascismo fue una respuesta a
la primera gran guerra europea suscitada entre 1914-1919, que
involucró a todos los países de la región.
“Regularmente
uno tiende a asociar el fascismo con Mussolini e Italia, pero
históricamente es un fenómeno que se da en toda Europa a
consecuencia de la disolución de los tres tipos de ideologías
fundantes de la modernidad, que son el conservadurismo, el socialismo
y el liberalismo”, manifestó.
Recordó
que aunque en Latinoamérica el ejemplo emblemático del fascismo lo
representó Chile, también está la experiencia de Brasil, Paraguay,
Uruguay y Argentina. “En el caso de Chile, el régimen de Pinochet
yo lo caractericé como neoliberalismo disciplinario en una sociedad
profundamente autoritaria. En Argentina, la situación se dio a
través de Las Malvinas, donde hubo claramente un uso de la
emocionalidad para fines de legitimidad política”, ratificó.
Según
Contreras, quien también se desempeña como catedrático en la
Universidad Central de Venezuela (UCV), “una sociedad fascista es
aquella donde se establecen relaciones muy claras entre la
emocionalidad y la irracionalidad”.
Enfatizó
que el fascismo maneja una visión seudoemocional en una realidad no
objetiva, pero su característica central parte del establecimiento
de una relación jerárquica de poder.
“Los
que hacen uso del fascismo no están interpretando una realidad
objetiva, sino que están partiendo de una realidad no objetiva
construida por ellos, que es una visión seudoemocional”,
sentenció.
Polarización
falsa
Con
respecto a Venezuela, el analista resaltó que la estrategia que se
está utilizando ahora busca minimizar las capacidades intelectuales
del presidente Nicolás Maduro y enaltecer intelectualmente la figura
de Henrique Capriles Radonski, en una polarización que funciona como
un eje entre lo bueno y lo malo.
“Se
minimiza por un lado a Maduro y se enaltece por el otro a Capriles y
ese enaltecimiento pasa por atribuirle al excandidato características
que no tiene”, resaltó Contreras.
Alertó
que mediante la estrategia fascista también se intenta convertir al
Gobierno y a sus dirigentes en la causa de todos los males, tomando
en cuenta problemáticas reales como la inseguridad y el
desabastecimiento de alimentos.
“Desde
el punto de vista psicoanalítico se puede decir que hay una descarga
de deseos, de lo que la gente piensa en un momento determinado, que
es dirigida a una figura indeseable que, en este caso, es el
presidente Nicolás Maduro y, mientras aquí se construye una
polaridad sin luz, del otro lado se construye una con luz y se habla
de las soluciones a los problemas”, ejemplificó.
Manifestó
que esta estrategia, que es progresiva y que puede ir debilitando al
gobierno, se hace desde distintos espacios como las redes sociales en
internet y la prensa nacional e internacional, “cambiando el
sentido del sentido común”.
Explicó,
en ese sentido, que partiendo de un problema real, como es el caso de
la inseguridad o la falta de algunos productos, se hace una
magnificación del mismo y se crea una situación seudoemocional para
dirigir todos estos problemas hacia una figura definida
negativamente.
Los
medios no crean la realidad
Contreras
señaló que inicialmente, esa campaña fue promovida por el diario
El Nacional contra el presidente Hugo Chávez, a través de varias
líneas argumentales como el editorial y los artículos de opinión,
mediante las cuales “se pretendía ofrecer una visión de
pluralidad de personas y figuras que se expresaban de una misma
manera con respecto a una realidad construida”.
Ahora
se ha sumado a Maduro a la campaña de desprestigio y desde esa
óptica ambos son vistos bajo un denominador común, que es el
totalitarismo, por eso, “al intentar asociarlos con ese tema, se
crea la vinculación con el nazismo, que es un régimen negativo para
todo el mundo”, fustigó.
El
sociólogo recordó que a lo largo de la historia ha habido una
campaña de socialización sobre la segunda guerra mundial que se ha
visto reforzada con la construcción hecha por Hollywood, la cual ha
servido de colofón al argumento fascista.
A
su criterio, los medios no crean la realidad, sino que potencian
elementos que están dentro de ella. Entonces, cuando se analiza a
fondo el tema de la inseguridad, por ejemplo, nos encontramos con que
hay un índice de percepción y un indicativo real del problema.
“La
percepción de la inseguridad tiene que ver con la cultura del miedo
creada por los medios. Se le asocia directamente con la oscuridad, a
la cual percibimos como algo peligroso porque hay una geografía
imaginaria creada sobre eso”, discriminó el investigador.
Correo
del Orinoco
T/
Héctor Escalante
F/
Héctor Lozano-Cortesía Revista Punto Final
Caracas
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